lunes, 27 de octubre de 2014

AGUAS DE MARZO











La lluvia con que miraba
tuvo el ardor de las aguas de marzo
pero lo supe después,
cuando doblegó sus armaduras,
depuso solícita la espada guerrera
y aprendió que con sus ojos no derrotaba
a los enemigos,
que sus dudas no eran el rayo mortal
para los invasores
y no había
un ejército invencible y fatal
en su sonrisa.

¿Podría triunfar en este cuerpo a cuerpo,
entrecruzando las piernas con la vesícula
y el pecho
latiendo desacostumbrado?

Era como un paso, un puente,
era un sapo, una rana. Era todo a la vez. Boomerang
que volvía
con sus mañas,
que trocaba amantes
por baratijas
de un corazón acorazado.

Le brindé un lecho inmortal
y el fogón encendido. Bastó.
¿Acaso la esperanza tiñó de rubio sus alas
y en vez de volar, se afinca?
Fue como un paso, un puente,
Fue como un sapo, una rana. Transgredió
y la desilusión se ató las manos
para colgarse de un árbol
y morir pendulando.


Ahorcada.

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